VERSIÓN CEFÁLICA EXTERNA (VCE)

Mi experiencia fue bastante dolorosa, para qué os voy a engañar.
Adrián llevaba 9 meses sin cambiar de postura, estaba claro que estaba cómodo así, sentadito sobre mi pubis.

Os voy a explicar primero un poco en qué consiste la VCE de manera muy breve y sencilla:
Este tipo de maniobra está recomendada por la OMS en casos como el mío o en bebés en posición transversal, siempre para evitar un parto vaginal podálico o una cesárea podálica, que también implica mayor riesgo. 

Tiene un alto porcentaje de éxito y yo tenía claro que quería probar. (!Seguía teniendo tanto miedo a la cesárea!) 

Para las que estéis pensando en los riesgos de esta prueba, os tengo que decir que cada paciente antes de de decidir realizarla, está debidamente informada de todos y cada uno de de los problemas que pueden suceder. Se firma como siempre un consentimiento informado,  y no es obligatoria,  por supuesto. 

Yo me fiaba mucho de la ginecóloga que me la iba a hacer, había realizado muchísimas, así que estaba super tranquila y sobretodo tenía Fe en que todo iba a salir bien y mi niño se giraría. 

La doctora me comentó que hay casos en los que el bebé está colocado de determinada manera, que cuando lo están girando, vuelve a su sitio original como si tuviera una especie de resorte. Si teníamos suerte y ese día Adrián no estaba dormido en esa postura, funcionaría seguro. No llegaba a los 3 Kg de peso y mi placenta todavía tenía mucho líquido amniótico. Era la candidata ideal. 

Aquella mañana ingresamos a las 8:30 en ayunas en una habitación del paritorio. Tiene que ser ahí porque si algo va mal durante la maniobra se procede a realizar una cesárea de urgencia, o un parto en el caso de girarse el niño. Por eso también se hace a partir de la semana 37, que ya sería a término. 

Lo primero que hacen es monitorizar al bebé, estuvimos bastante rato comprobando constantes y contracciones. Lo siguiente, comprobar que sigue de nalgas... 
Allí estaba mi pequeño en la ecografía tan cómodo como siempre. Sentadito. 

Me dieron un tranquilizante sublingual y me pusieron un gotero de paracetamol. Aquello iba a ser doloroso, ya me lo habían explicado, pero es algo muy rápido. 

Primero la matrona me hizo la técnica del manteo, para intentar desencajar su culete de mi pelvis y que todo fuera mucho más fácil. 
Después me tumbé en la cama y me puse muy nerviosa entonces, aunque no perdía la esperanza... 

En todo momento Adri estuvo monitorizado, vino otra ginecóloga, así que eran dos, o sea, cuatro manos sobre mi gran barriga. 

Mi marido me acompañó todo el rato y la matrona también. Me puso también óxido nitroso en una mascarilla como método alternativo al dolor y estuvo sujetando mi mano durante toda la maniobra. 

Cuando empezó yo estaba medio atontada por la medicación pero muy nerviosa.  
Fueron tres intentos en total, aquello no duró ni 5 minutos pero cada intento era peor que el anterior. 
Primero con las manos sobre la zona del pubis, desencajaban las nalgas y después procedían a girar poco a poco desde ahí todo el cuerpo. 

Pues bien, no funcionó. Fue tan doloroso porque no se giró. Cuando la VCE es exitosa no duele tanto y en un intento normalmente se soluciona. 

Adrián estaba en la posición que me habían comentado el día anterior y parecía que tenía un muelle dentro, porque cuando lo tenían casi girado del todo, volvía a colocarse como al principio. Así que lo que dolía era otra vez sacarlo y volverlo a intentar. 

Tengo que decir que después del primer intento, me preguntaron si quería seguir. Yo accedí. Y después del segundo también... 

Una pena que todo el esfuerzo que hice ese día no valiera de nada. 
Lo importante es que Adrián ni se enteró. Las constantes siguieron igual durante todo el procedimiento. Ni se despertó mi dormilón. 

Estuve un buen rato otra vez con "las correas" y después nos fuimos a casa a descansar. 

Estuve unos 3 días con dolor en la zona y la tenía un poquito amoratada. Pero por lo menos lo había intentado. 

Todo por conseguir mi parto natural. 

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