LA RECUPERACIÓN

Me habían dicho que cuanto antes te levantarás de la cama mejor y es cierto, a la mañana siguiente, aunque me dolía mucho, me levanté y me fui a la ducha. Eso me dio todas las fuerzas que necesitaba.
El reconocimiento ginecológico fue perfecto y la revisión del pediatra de Adrián también.

Las horas pasaron sin complicaciones, me ponía a mi pequeño a mamar a cada rato para estimular bastante y así conseguir pronto la subida de la leche. Hasta entonces Adri se alimentaba de mi calostro (el oro líquido)...


Todo fue perfecto, al día siguiente por la noche me subió la leche, tuve una subida un poco extrema. El pecho me dolía mucho y no conseguía que Adrián sacara lo suficiente para aliviar la presión. En la maternidad me ayudaron y me enseñaron a utilizar el sacaleches eléctrico. Desde la primera vez que me saqué me salía muchísima cantidad. 

También me ayudó hacerme masajes con el agua caliente de la ducha.

Al tercer día, en la revisión del pediatra, nos dijeron que el bebé estaba perdiendo demasiado peso, necesitaba comer más, (¡No sabíamos por qué ya no se agarraba bien!), dormía mucho y cuando lo ponía al pecho se quedaba totalmente frito.


Lo único que tenía claro era una cosa, quería una LACTANCIA MATERNA EXCLUSIVA para Adrián. No quería biberones ni ayuda de ningún tipo que no fuera mi propia leche. Intentamos que se cogiera con pezoneras y aún así le costaba mucho mamar.


Adrián había nacido en la semana 38, por lo que la succión era muy inmadura (en su caso), era muy pequeñito y sólo quería dormir. La solución fue la siguiente: Utilizamos el método sonda-jeringa. Yo me extraía la leche previamente, con una jeringa llenábamos unos 20 ml, colocábamos una sonda de la jeringa y ponía a Adri a mamar, en ese momento, cuando hacía la fuerza de succión, introducíamos la sonda y él sacaba un poco de leche de la jeringa. Así, poco a poco (tardábamos más de una hora cada vez), iba tomando su leche.

Al día siguiente era el día del alta. Ese momento me ponía muy nerviosa... ¿Y si no había ganado lo suficiente? ¿Y si lo dejaban ingresado y yo me tenía que ir a casa?

Pero la pediatra nos dijo que el método sonda-jeringa había funcionado. En ese momento mi pequeño pesaba 2700 gr.

¡¡Por fin nos podíamos ir a casa!! 


Fue curioso, pero en el momento que me dijeron que nos daban el alta, Adrián se cogió al pecho y comenzó a mamar. Yo me había relajado, así que él también y cuando llegamos a casa todo mejoró.



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